Palabras de alguien que le pone el Alma y el Cuerpo al Colegio Veterinario
En el marco de las XXXVI Jornadas de Actualización en Ciencias Veterinarias realizadas el pasado 17,18 y19 de noviembre de 2017, fue distinguido el Colega y amigo Dr Rodolfo Maich como Presidente de la Comisión de Jornadas durante muchos años.
A continuación transcribimos el discurso de su autoría, en el Acto Inaugural.
"Autoridades:
Nuevamente tengo el inmerecido honor de darles la bienvenida, a estas XXXVI Jornadas de Actualización en Ciencias Veterinarias.
A la par de la satisfacción que se siente al ver concretado el arduo trabajo de varios meses, me embarga tambien un cierto dejo de tristeza por ser esta la última vez que me encontraré en este estrado como Presidente de la Comisión de Jornadas.
Era el lejano año 1989 cuando, como más cabellos y menos kilos, hice mi primer discurso inaugural en las XII Jornadas, llevadas a cabo en Villa Carlos Paz. Han pasado ya 28 años desde ese momento y me cae un baldazo de ancianidad precoz al pensar que, muchos de los asistentes a este evento, en esa época no habían nacido (del mismo modo que cuando una joven madre me recuerda que ella trajo su gatito a mi veterinaria cuando tenía ocho años).
Nuestro actual presidente, el Dr. Morini, ha tenido la extrema deferencia de autorizarme a basar este, mi último discurso, en un mensaje que sirva como corolario de una etapa altamente significativa para mi vida personal y profesional. Obviamente que no utilizaré ni una sola palabra para hacer un auto elogio que sonaría vacío e irreverente hacia la institución y hacia este auditorio.
Sí me permito compartir con todos Ustedes lo que ha significado trabajar casí tres décadas en el ámbito del Colegio Médico Veterinario. Apenas recibido me matriculé y –como hemos hecho todos- lancé el grito de guerra juvenil “A mí el Colegio no me da nada”. Y también, como la mayoría, imaginé que la institución era una suerte de club social, herméticamente cerrado y manejado por unos pocos. Pero afortunadamente no me quedé en la sospecha y la crítica.
Inmediatamente me dí cuenta que, a diferencia de otras instituciones de las que obligatoriamente formamos parte (nación, provincia, municipio, etc.etc.), el Colegio me permitía indagar sobre el destino de mis tributos y condicionar el rumbo de la entidad. En las Asambleas, a las que he faltado muy pocas veces, me siento, junto al resto de los matriculados, artífice de mi destino profesional y del destino institucional.
Ojalá que todos quienes me escuchan –sean veterinarios de este u otros colegios, o estudiantes próximos a recibirse- puedan interpretar el valor de esta actitud participativa, inquisitiva y propositiva que constituye la sabia fecunda que hace crecer democráticamente a las entidades deontológicas.
Y si de crecimiento hablamos, también puedo dar fe de los enormes cambios que han transformado nuestra institución. Desde un nuevo y funcional edificio hasta diversas delegaciones que han llevado los límites institucionales mucho más allá de Lima 1351. Si pensamos que quien habla tiene la matrícula 0667 (por poco no me tocó el número de la Bestia) y la última matrícula otorgada es la Nº 4268, podremos darnos cuenta de la envergadura de los nuevos servicios, mayores erogaciones y diversos compromisos asumidos en el tiempo. Y el futuro nos depara más sorpresas, como el lanzamiento del Complejo Social y Turístico El Corcovado en el Valle de Calamuchita.
Pero todo lo que está a consideración de los matriculados no se creó por Generación Espontánea. Hoy no estaríamos aquí reunidos sino hubiéramos transitado previamente 35 ediciones de las Jornadas de Actualización; hoy no podríamos afrontar los gastos inherentes a una mayor demanda de servicios, si previamente no se hubiera hecho del manejo racional del dinero una práctica ineludible de todas las gestiones, y tampoco hoy seríamos ejemplo, como institución comprometida con los legítimos intereses de los matriculados, si a lo largo de todos los años de existencia institucional, no se hubieran enfrentado decididamente a todos los estamentos, públicos y privados, que soslayan o menosprecian nuestras incumbencias.
Y así se formó el Colegio Médico Veterinario cuyos sólidos cimientos de ayer son los que sostienen y apuntalan los logros de hoy y las esperanzas de mañana. Y esos cimientos, que entre todos constituimos, cumplen acabadamente con lo expresado en las Sagradas Escrituras cuando se hace referencia al hombre prudente que edificó su casa sobre la roca: “Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa, y no cayó, porque estaba fundada sobre roca”
Precisamente la roca, que es la base firme de la institución, es la PARTICIPACION ACTIVA DE TODOS LOS MATRICULADOS, participación que indudablemente garantizará continuar en el rumbo de honestidad, voluntad y amor a la profesión que han seguido todos los directivos con los que he tenido la gran fortuna de trabajar en estos 28 años.
Mis mejores deseos para quien tome la posta que hoy cedo con la satisfacción del DEBER CUMPLIDO".